
INSTRUCCIONES PARA ARMAR NINGÚN MODELO
Ó guitarras de Alcácer-Quibir
Chorai-vos cantando, gemei a sorrir.
A. Lopes Vieira
Escribir un artefacto.
Narrar un poco
Nuestro paso por las secretas tardes.
Sentarse a esperar que la memoria enfríe.
Tener un lugar futuro, un fruto
Que se pueda morder en las praderas.
¿Qué busca el hombre en sueños?
La huella que no deja, el arma en llamas.
Contemplar aquellos tiempos del peregrinaje,
Repasar su seca vasija
Y llevarse a los labios el polvillo dorado
Disuelto en licor crepuscular.
Campanas. Lejos. El aire que reclama.

EL BRILLO DESDOBLADO
Porque sólo viviendo se aprende a vivir.
Fernando Pessoa
Figuras a medio dibujar, como en la vida,
Sólo como en la vida, sin querer ser vida.
El realismo no es nada y la abstracción tampoco.
Bien. Estas figuras
Parecerían necesitar de más de una pincelada,
De más de algún color,
De más de alguna luz,
Más vida, más angustia.
La luz que las revelará: la luz
Todavía no se da. ¿Tal vez alguna vez se dé?
Nosotros contemplamos, lo sabemos,
No sólo que contemplamos sino todo lo expresado
En estas líneas pero no en el cuadro.
¿Qué miran, si es que miran las figuras?
¿A dónde y en qué tiempo?
No vemos ojos, no hay cruces de miradas.
Vemos todo a medias; como en un proyecto.
Figuras a medio dibujar, como en la vida.
¿A qué llamamos luz, que va a llegar?
¿Es al destino, a la muerte,
La identidad, la identificación?
Acaso hay alguien detrás de este momento inmóvil
En que algo sucede allí en el cuadro.
Pero nosotros vemos colores limitados;
No los que serán, los que ahora son
Y se oyen y son sordos
Y arden en su pesada opacidad.
Se oyen puertas chocar. No al acceso
Ni a la salida abiertas. Sólo puertas.
Rostros quietos, fugaces, no tienen expresión
Y la expresión está en nosotros que los vemos.
¿Esta es la angustia?
La sombra escasa, ¿es esa sombra
Que de niños dio terror a nuestra infancia?
Mirad conmigo, el cuadro nos enmarca,
Pero no para entrar. Se oyen puertas chocar.
No al acceso.
Ni a la vida abiertas. Sólo puertas.
Oscuro. Luz. Luz y luego oscuro.
El camino abierto para las obsesiones, ¿cómo si no?
¿Qué miran si es que miran, las figuras?
¿A dónde y en qué tiempo?
Nos miran a nosotros y es ahora.
Pero nosotros somos nosotros sólo ahora.
Lo eficaz de su mirada —que nos vemos—
Está en que mirarán a medias
Largo tiempo y espacio:
El que esto dure, digo, la vida.
Duro fondo, a medias, siempre a medias,
Para poder ser tolerado.
Piedad, sintió el pintor de sus espectadores,
¿También de sus figuras?
Todo es remedo, así es la vida,
Pero, ¿de qué es remedo,
Dónde se encuentran los modelos,
Arquetipos que nos vengan a suplir
En esta limitada e ilimitada tarea de vivir?
Danos un negro. Un poco de amarillo.
O acaso un verde, un verde en plena herrumbre,
El verde putrefacto, la gris monotonía,
La línea donde va a aparecer ¿quién sabe?
¿A qué llamamos luz, que va a llegar?
¿Es al destino, a la muerte,
La identidad, la identificación?
Abrirá una granada apocalíptica
Algún día detrás del cuadro:
Será con sangre nuestra
Que ciegamente ha de brillar.
Lo que siente en esta espera,
Su angustia es esta llaga
Disimuladamente en esos blancos por llenar.
Ahí se van a concretar facciones
Todavía más convincentes,
Pero, como en la vida de las figurillas,
tan falsas, ya que lo verdadero
Solo es la convención.
Figuras, sueños, llantos.
A medio dibujar, como en la vida.
Todo es recuerdo. O sólo es el vivir.
Todo es recuerdo.
Un cuadro sólo quiere repetir.
Un canto evoca.
Porque en el conocimiento el todo es el recuerdo.
A veces, muchas veces, se recuerda
Lo que ya fue, lo que se quiere,
Lo que podría ser, lo que será.
Pero es hermoso, pero es aterrador
Recordar lo que no puede ser,
Sin tardes suaves,
Sin dulzones idilios.
Tan sólo hermosos,
Con tanta intensidad
Que no dejen de doler.
Pero un grito puesto en acetato,
En una cinta metálica no es nada,
Deslava su valor, su consistencia magra.
Aquí está el recuerdo que molesta,
La navaja
Que nos degollará,
El brillo desdoblado:
En esos blancos.
Aquí lo vemos.
Todo recuerda y vive
Pero no con la vida
Que fuera de desearse.
Todo recuerdo aquí nos late.

DESDE AFUERA
Quien nos observa desde afuera
Poco nos ve, pues lo que mira
Será tan sólo un gesto, ni siquiera
Lo que se inicia hoy o lo que expira.
Somos tan sólo movimiento
Y nunca el reposo, pues no existe
Mayor quietud que la del viento
En el polvo, cuando al fin desiste
De levantar castillos y torreones
Sobre una superficie seca y dura.
Pero quien nos observa, en ocasiones
No ve el fuego, sólo ve la quemadura.
* Estos poemas de Francisco Cervantes fueron tomados del libro Materia de distintos lais, publicado por la SEP en la colección “Lecturas mexicanas” en 1987.